miércoles, 9 de diciembre de 2015

T6

En esta nueva entrada e decidido tirar de historia y así poder ver el origen de los documentos científicos.

Aunque la comunicación científica sea relativamente nueva, los seres humanos hemos sido capaces de comunicarnos desde hace miles de años. 

Al principio, los hombres primitivos solo se comunicaban de forma oral, de ese modo, la información no perduraba en el tiempo y los conocimientos científicos no eran debidamente transmitidos. Entre los mecanismos de comunicación, podemos decir que las primeras fueron las inscripciones que se hacían en las rocas, las cuales perduraban en el tiempo y se transmitían de una generación a otra, (hoy en día algunos se siguen manteniendo)  a pesar de que de esa forma las comunicaciones eran sumamente difíciles.

Con el paso del tiempo, esos mecanismos fueron evolucionando, hasta que en el año 105, los chinos inventaron el papel, pero aun así, seguía sin haber una forma eficaz para que los conocimientos fueran difundidos ampliamente. Hasta que, en 1455 en el mundo occidental, Gutenberg inventó la imprenta de tipo móvil. Las primeras revistas científicas aparecieron en 1665,  y desde entonces han servido de medio principal de comunicación en las ciencias. Las primeras revistas publicaban artículos que llamamos “descriptivos” y hoy en día, ese estilo directo de informar se sigue empleando, por ejemplo en los informes médicos sobre casos.

Hacia la segunda mitad del siglo XIX, especialmente gracias a la labor de Louis Pasteur, la ciencia y la información adquirieron mucha importancia y se hicieron grandes adelantos. La metodología también adquirió una gran importancia, Pasteur consideró que debía describir sus experimentos con exquisito detalle, lo cual le condujo al formato IMRYD (Introducción, Métodos, Resultados y Discusión), sumamente estructurado.

Con el paso del tiempo, el dinero produjo ciencia y la ciencia produjo artículos. Esto llevo a que las revistas padecieran una enorme presión, tanto las que existían, como en muchas nuevas, de la forma en que había que escribir y publicar los trabajos científicos. Entonces, los directores de estas, comenzaron a exigir que los manuscritos estuvieran perfectamente escritos y bien estructurados, y a partir de este momento, el formato IMRYD, que había estado haciendo lentos progresos desde finales del siglo XIX, se universaliza en las revistas de investigación.


Hoy en día ya, queda claro que tanto a los lectores de los artículos, como al autor que los escribe, la estructura del IMRYD  les sirve de gran ayuda. 

En cuanto al numero de artículos científicos   hemos podido sumar mas de 800 mil.


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